En los últimos días he tenido diversas discusiones acerca de lo que es música; lo que es arte y lo que no. Todos estos espacios me han servido para llegar a una conclusión: ratificar lo que siento y amar cada día más la VERDADERA MÚSICA. Cada quien puede apreciar de la forma que crea correcta, lo que crea “música”. Sin embargo, la gente no puede negar que el arte debe ser una expresión sincera, nacida de lo más íntimo de quienes son artistas, y su objetivo es, primordialmente, la transmisión de esos sentimientos, por encima de un fin lucrativo.
En realidad no me esfuerzo por imponer mi manera de pensar sobre estas personas, aunque ellas sí, a través de explicaciones poco sólidas y guiadas por algo de irracionalidad. A lo largo de mi vida he sido el constructor de mis propios argumentos y a en algunas oportunidades me he formulado debates acerca de si mi “formación” musical ha sido la correcta. En esas ocasiones han llegado a mi cabeza The Beatles: hoy en día son el grupo más pertinente para ejemplificar el verdadero sentido del arte. Porque en diversas oportunidades la gente los menciona, creyendo que con ellos pueden destruir mis hipótesis acerca de que el fin debe ser más artístico que económico. Sin embargo, las personas deben tener en cuenta que su rumbo cambiaba con cada disco, hasta que Rubber Soul significó el inicio de una etapa llena de novedades experimentales y sobre todo, sinceras expresiones artísticas, hasta el final.
Algunos comentarios están llenos de doble intención, además de ignorancia. Recuerdo uno en especial: “usted cree que escucha arte porque sus grupos combinan el rock con violines”, a lo que simplemente respondí con una carcajada interna y un silencio que significó el fin; por lo menos mi fin en la conversación. Es lo más pertinente y adecuado cuando uno se enfrenta a personas que cierran el diálogo con frases ignorantes, groseras e intolerantes.
Recorro, a menudo, la historia de la música, buscando una respuesta a tan magnífica expresión artística. Descubro que muchos aportaron a la evolución y engrandecimiento musical, y en esos momentos llego a una nueva conclusión: cada aporte, de Mozart, Beethoven, Vivaldi, Wagner, Tchaikovsky, Debussy, Ravel, Holst, Gershwin, Karajan, entre muchos otros, representa lo más puro y esencial de los sentimientos. Y acaso, ¿no es eso lo más valioso que podemos recibir de las personas?
Y al final del camino; luego de varios discos, cuestionamientos y conclusiones llego a una nueva respuesta: me siento feliz al saber que escucho música de gran calidad, porque este adjetivo –calidad- sería el más indicado para el género progresivo. Los verdaderos músicos se esfuerzan por brindar trabajos magnánimos y sobre todo, dignos. Asimismo, respeto las posturas y gustos de cada persona, aunque muchas veces no los comparta.
Hace un tiempo, hablando con Andrés Durán, me dijo una frase tan valiosa como inolvidable: “uno jamás termina de aprender; cada día representa más conocimiento acerca de un artista, una banda, un género. Lo importante es tener la disposición y el respeto para aceptarlo y aprender”.
Imagen tomada de www.rtve.es
En realidad no me esfuerzo por imponer mi manera de pensar sobre estas personas, aunque ellas sí, a través de explicaciones poco sólidas y guiadas por algo de irracionalidad. A lo largo de mi vida he sido el constructor de mis propios argumentos y a en algunas oportunidades me he formulado debates acerca de si mi “formación” musical ha sido la correcta. En esas ocasiones han llegado a mi cabeza The Beatles: hoy en día son el grupo más pertinente para ejemplificar el verdadero sentido del arte. Porque en diversas oportunidades la gente los menciona, creyendo que con ellos pueden destruir mis hipótesis acerca de que el fin debe ser más artístico que económico. Sin embargo, las personas deben tener en cuenta que su rumbo cambiaba con cada disco, hasta que Rubber Soul significó el inicio de una etapa llena de novedades experimentales y sobre todo, sinceras expresiones artísticas, hasta el final.
Algunos comentarios están llenos de doble intención, además de ignorancia. Recuerdo uno en especial: “usted cree que escucha arte porque sus grupos combinan el rock con violines”, a lo que simplemente respondí con una carcajada interna y un silencio que significó el fin; por lo menos mi fin en la conversación. Es lo más pertinente y adecuado cuando uno se enfrenta a personas que cierran el diálogo con frases ignorantes, groseras e intolerantes.
Recorro, a menudo, la historia de la música, buscando una respuesta a tan magnífica expresión artística. Descubro que muchos aportaron a la evolución y engrandecimiento musical, y en esos momentos llego a una nueva conclusión: cada aporte, de Mozart, Beethoven, Vivaldi, Wagner, Tchaikovsky, Debussy, Ravel, Holst, Gershwin, Karajan, entre muchos otros, representa lo más puro y esencial de los sentimientos. Y acaso, ¿no es eso lo más valioso que podemos recibir de las personas?
Y al final del camino; luego de varios discos, cuestionamientos y conclusiones llego a una nueva respuesta: me siento feliz al saber que escucho música de gran calidad, porque este adjetivo –calidad- sería el más indicado para el género progresivo. Los verdaderos músicos se esfuerzan por brindar trabajos magnánimos y sobre todo, dignos. Asimismo, respeto las posturas y gustos de cada persona, aunque muchas veces no los comparta.
Hace un tiempo, hablando con Andrés Durán, me dijo una frase tan valiosa como inolvidable: “uno jamás termina de aprender; cada día representa más conocimiento acerca de un artista, una banda, un género. Lo importante es tener la disposición y el respeto para aceptarlo y aprender”.
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